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LA EVOLUCION QUIMICA

 

 En un principio los hombres observaban simplemente los fenómenos ocurridos en la naturaleza. Después, comenzaron a intentar reproducirlos. Al observarlos más detenidamente, se dieron cuenta de que había tipos de fenómenos que se repetían y que podían por tanto agruparse según unas determinadas regularidades. Estas regularidades las enunciaron como leyes y, muchas veces, las formularon en un lenguaje matemático. El paso siguiente, que marcó el gran avance en el conocimiento científico, tuvo lugar cuando empezaron a aplicar la razón para tratar de explicar esas leyes. Esas explicaciones constituían en realidad hipótesis, puesto que era necesario comprobarlas. A partir de ellas se podían hacer predicciones que habían de verificarse experimentalmente.

Si había una concordancia, la hipótesis era aceptada y se llegaba al final del camino a una teoría, de carácter mucho más amplio, ya que una teoría engloba diversas leyes e hipótesis. Estos son, de forma muy simplista y a grandes rasgos, las etapas fundamentales del método científico, que mediante la dialéctica teoría/empiria permite establecer teorías científicas, las cuales dan la posibilidad de predecir nuevos hechos. Esta es la manera en que se avanza en el conocimiento científico. Y así ocurre también con la Química. De este modo, para que el mero conocimiento de nuestro mundo físico pasase a constituir una Ciencia,en el sentido que entendemos actualmente fue y es necesario aplicar la observación y además el razonamiento. En un principio se observaban los fenómenos, bien los ocurridos espontáneamente en la naturaleza o bien los provocados en los laboratorios, y se intentaba describirlos lo más fielmente posible para después, si así convenía, intentar repetirlos. Pero cuando se comenzó a pretender explicarlos a través de lamente humana, aplicando la razón para hallar una respuesta al cómo y porqué tenían lugar, es cuando la Química empezó a transformarse en Ciencia.

EVOLUCIÓN DE LA QUÍMICA: RASGOS GENERALES

El hombre ha estudiado desde siempre la materia. ¿Por qué se ha preocupado en conocerla, en analizar su comportamiento y en tratar de transformarla? La respuesta parece bastante sencilla: resulta evidente que los seres humanos sintieran curiosidad, atracción y preocupación por el mundo natural que les rodeaba, del que debían extraer sus medios de vida. Por esto intentarían conocerlo mejor y, también por esta razón, la materia ha sido objeto de estudio de muy distintos ámbitos, desde la filosofía a la Química y las otras Ciencias de la naturaleza, pasando incluso por las Ciencias ocultas.

Por otra parte, ciertos saberes como la astronomía, la Física, la biología, la medicina o las matemáticas han existido como tales desde tiempos muy antiguos. Los clásicos les dedicaron profunda atención e incluso los definieron y les adjudicaron un nombre, de tal manera que aun hoy se conserva mucho de esa terminología. Sin embargo, con la Química no ocurrió del mismo modo, no le dieron mucha importancia y ni siquiera la nombraron, pues a pesar de que algunos historiadores han encontrado en la palabra griega chemia un antecedente de la palabra «Química», parece ser que ambos términos sólo tienen una relación muy lejana (algo más adelante, en este mismo tema, se analizará con más detalle la etimología de esta palabra).

Orígenes y desarrollo de la Química

Los orígenes más inmediatos de la Química y de su historia habría que buscarlos más bien en el desarrollo y evolución de la alquimia. Pero es necesario ir aun más lejos, retroceder en el tiempo, hasta lo que puede llamarse Química práctica de la Antigüedad, bastante rica desde un punto de vista técnico pero desprovista de un cuerpo teórico que la sustentara. Además, hay que contar con una contribución importante por parte de la filosofía natural y a veces, incluso, de la ontología o Ciencia del ser, puesto que se trata en definitiva del estudio del ser en cuanto a su relación con el mundo en el que está inmerso. Y por supuesto, con las aportaciones importantísimas de la Física, con personajes tales como Descartes (1564-1642) o Bacon (1561-1626) que, con sus ideas y su metodología, ayudaron a que éstas fueran incorporadas en el terreno de la Química.

Recordemos al primero con su obra El Discurso del Método y su célebre frase «pienso, luego existo», que proclama por sí sola la importancia que daba al razonamiento, o al segundo, quien trataba de impulsar el conocimiento humano a través del método experimental. Ambos, en su conjunto, representan las claves del método científico, razonamiento y observación.

Comenzando desde la Prehistoria, pasando por la Antigüedad y por la alquimia medieval, tras un lento desarrollo se alcanza el siglo XVII, en el que con Boyle se introduce ya plenamente el razonamiento en la interpretación de los fenómenos químicos, proceso que culminará en la figura de Lavoisier. Éste protagonizará, aunque con ciertas reservas, el momento de la revolución Química. Boyle, por su parte, sería el primer personaje fundamental con el que se inicia esa etapa de transición inmediatamente anterior a la de la revolución Química, que podría llamarse «Química precientífica».

En cualquier caso, toda la Química anterior a Lavoisier está íntimamente ligada muchas veces a la historia de la farmacopea, de la medicina e, incluso, de la biología. Por tanto, es necesario integrar todos esos estudios junto con los de filosofía, alquimia y Química práctica. El estudio íntegro de la Química se caracteriza, pues, por su marcadísima interdisciplinaridad, hecho que se sigue produciendo como una constante mucho después, a lo largo también del siglo XVIII e, incluso, del XIX, y al contrario de la Química de nuestros días, en la que existe una marcada especialización.

Muy a menudo se ha olvidado esa interacción entre la Química y la medicina, olvido que puede ser debido en gran manera a la preocupación casi exclusiva por la Química inorgánica hasta el siglo XIX. Cuando a finales del siglo XVIII tiene lugar la revolución Química, fue como resultado de las investigaciones llevadas a cabo con muchísimas sustancias que en su mayoría pertenecían al reino mineral. En aquellos momentos lo inanimado se estudiaba desde una perspectiva Química, mientras que el mundo orgánico se dirigía más hacia la medicina, la farmacia y la biología. Es un siglo después, ya en el XIX, cuando se produce un giro en esta situación y la orgánica toma las riendas como una de las protagonistas principales en el desarrollo de la Química.

Pasos en la evolución de la Química

Tradicionalmente se señalan unos determinados momentos históricos, puntos clave en esta evolución y que se corresponden casi siempre con una personalidad científica. Tal es el caso tan conocido de Lavoisier, con el que se marca el acceso de la Química a categoría de Ciencia. Si bien esto no deja de ser cierto, hay que considerar que esta evolución y estos cambios no se han producido a saltos, bruscamente, sino que siguieron camino que no suele ser una línea recta y continua, sino más bien quebrada, con pasos hacia adelante y hacia atrás pero que en su conjunto tiene un sentido ascendente hacia su meta, el establecimiento de la verdad científica. Así también, ciertos descubrimientos que se tienen como básicos no han sido totalmente innovadores, sino que han crecido en el campo de cultivo creado al abrigo de ideas de otros hombres dedicados a la Química.

Por otra parte, es cierto que ha habido largas épocas de un acentuado oscurantismo en la práctica y en el pensamiento químico. Pero no pueden desecharse, pues en cualquier caso han contribuido a que se llegase a esa «verdad». Tampoco deben menospreciarse teorías que con el tiempo resultaron erróneas: la elaboración de una teoría, falsa o verdadera, fomenta la discusión y el debate, y éstos, a su vez, promueven la realización de nuevos experimentos para demostrar la postura defendida, para ratificarla o para rebatirla.

Asimismo, cuando se analiza la evolución de las ideas en Química se observa con frecuencia un hecho que, por otra parte, no es en absoluto ajeno al desarrollo de cualquier otra disciplina, ya sea experimental o no. Se trata de las grandes barreras que se alzan ante el surgimiento de hechos y doctrinas que pueden contradecir, aunque sólo sea en parte, lo que ya está establecido y aceptado por la comunidad científica. Es en definitiva, la resistencia al cambio, que aparece casi como una constante en todas las ramas del saber, en todas las culturas y en casi todas las manifestaciones del hombre en cuanto a ser social. Por ello, esta reacción ante lo nuevo tiene, en realidad, una dimensión mucho más amplia. Esta resistencia al cambio nos demuestra que el trabajo científico implica una tarea que exige no sólo paCiencia, meticulosidad, imaginación, perspicacia o intuición, sino también valentía y tesón. Valentía para exponer unas ideas tantas veces rechazadas por la sociedad y tesón para insistir en ellas hasta lograr que sean aceptadas por esa misma sociedad. Camino tortuoso que han debido seguir tantos científicos y que muy a menudo no se han visto coronados por el éxito hasta mucho tiempo después, incluso con posterioridad a su muerte.

Evolución de la Química en relación a otras Ciencias

La Química alcanza su carácter científico mucho después que otras disciplinas, como la Física, la Astronomía o la fisiología. Éstas fueron gestando su «revolución científica» durante los siglos XVI y XVII para culminar en este último con personajes como Galileo, Copérnico, Kepler, Descartes, Bacon, Newton o Harvey, protagonistas de ese cambio. Sin embargo, en Química se produjo con un retraso de más de cien años respecto a la de estas otras Ciencias. La causa de ello muy probablemente se deba a la falta de un lenguaje químico común y sistematizado, a la carencia de una clasificación racional y de un criterio de la pureza de las sustancias y, sobre todo, a la gran complejidad de los fenómenos químicos, de sus técnicas y de sus instrumentos. Todo ello impidió que se estableciesen generalizaciones y que sus procesos se sistematizaran, por lo cual tampoco era posible formular una teoría que los justificase racionalmente.

Durante un larguísimo periodo de tiempo sólo interesaban los resultados experimentales, era una Química empírica en la que el fundamento teórico se desdeñaba. Si bien fueron enunciándose algunas teorías, éstas tenían muy a menudo un armazón básico muy débil y resultaban, incluso, irracionales. Este hecho, unido a la espectacularidad de muchos fenómenos químicos, condujo a que la práctica Química se considerase durante muchísimo tiempo como una pseudoCiencia, más próxima a la magia, a lo esotérico y a lo sobrenatural que al mundo de lo racional. Su secretismo y su frecuente lenguaje alegórico impidió asimismo la información y la comunicación de las ideas, lo cual contribuyó igualmente a inhibir su desarrollo.

ORIGEN DE LA PALABRA «QUÍMICA»

La palabra griega chemia (o también según las transcripciones chemeia o chymia), se le puede atribuir a ser el antecedente más probable de nuestra palabra «Química». Ese término estaba relacionado con la metalurgia y significaba fusión o colada de un metal, si bien no fue empleado hasta aproximadamente el año 300 d. C. Por esta razón, los escritores del mundo clásico, griegos o romanos, no utilizaron esa palabra; aunque se refiriesen a la Química, no tenían una palabra especial para nombrarla. La primera vez que aparece la palabra chemia es en ciertos textos de alquimia de Zósimo, alquimista griego que vivió en los alrededores del 300 d. C. Éste hace referencia a dicha palabra cuando habla del arte sagrado realizado en el templo de Menfis dedicado a Phta, dios egipcio del fuego y del trabajo de los metales. Este arte sagrado no era otra cosa que alquimia.

Sin embargo, el origen de ese término griego no está tampoco muy claro. Para algunos historiadores podría derivar de la palabra copta khem o chamé, que significaba «negro» y se asociaba a la tierra negra de Egipto, en el valle del Nilo, tierra que era utilizada en la Antigüedad en procesos metalúrgicos, en tintes y en farmacia. Incluso a Egipto se le llamó en ciertos momentos Chemia y Chamia (país de Cham o país de esta «tierra negra»). Otros le atribuyen un origen chino, bien de la palabra kim-iya, que significaba «jugo que produce oro», o bien de chin, término relacionado con el proceso de la transmutación.

En definitiva, en ambos casos estaba relacionada con el arte de fabricar oro, y desde China se podría haber extendido hasta los griegos para después ser recibida por los árabes. Estos últimos antepusieron su artículo «al» a ese término, resultando al Kimiya o alkymia. De aquí proviene la palabra «alquimia», con la cual se hizo referencia al hacer químico de los siglos IV al XVI, manteniendo esa idea de «arte sagrado». Ya en el siglo XVI se latinizó esa palabra y empezó a aparecer en los textos de Química, o más bien de alquimia, de la época sin el prefijo al. Así, en los escritos de Paracelso, Agrícola o Libavius cada vez son más frecuentes los términos chymia, chymista, chymicus..., de los que derivan las palabras chimie, chimica, chemistry, chemie o Química en diferentes idiomas.

La palabra alquimia, por su parte, se fue relegando poco a poco para designar las prácticas de carácter esotérico.

LA QUIMICA PREHISTORICA

La especie humana desde los primeros momentos de su existencia aprendió a ir transformando la materia para su propio beneficio. Es decir, aprendió a explotar los fenómenos químicos que la ayudaban no sólo a sobrevivir, sino también a mejorar sus condiciones de vida. De esta manera, el hombre aprovechó las transformaciones de la materia para muchas de sus actividades cotidianas y básicas, como cocinar, calentarse y hasta defenderse de los ataques de animales y... de otros hombres, y también para otras más accesorias, como las meramente ornamentales. Fabricaba sus utensilios domésticos y de defensa, elaboraba sus joyas o preparaba pigmentos para pintar las rocas, para teñir sus ropas o para maquillar sus rostros.

Desde sus necesidades vitales más simples y primarias hasta la expresión a sus sueños y mitos a través de su arte. Para todo ello, utilizaba los productos de la tierra que tenía a su alcance bien directamente, bien transformándolos en procesos cada vez más complejos a medida que iban evolucionando las sociedades humanas. En definitiva, aplicaba la Química, aunque evidentemente no supiera lo que ésta era ni le hubiera dado un nombre. Por tanto, la Química práctica —que también suele llamarse Química temprana o técnica Química— ha existido siempre, paralela a la vida del hombre. Aunque la Química en sentido moderno, como Ciencia, no surgió hasta hace en realidad relativamente poco tiempo.

Ya en la Prehistoria se encuentran muchas pruebas de la actividad Química del hombre. Descubre el fuego desde tiempos muy tempranos, hace unos 300.000 años, en pleno Paleolítico inferior y antes del último periodo glacial. Comienza a trabajar la piedra, tallándola y, después, en el Paleolítico superior (hace de 40.000 a 11.000 años) es cuando empiezan a surgir sus primeras manifestaciones artísticas, o al menos las que nos han llegado, como pinturas en el interior de las cuevas que habita. En estas pinturas rupestres queda también reflejada su habilidad para obtener pigmentos aplicando diferentes materiales naturales e, incluso, mezclándolos en procesos ya algo más sofisticados (utiliza principalmente el ocre de los óxidos de hierro y los morados del óxido de manganeso). Ésta es, al fin y al cabo, una clara manifestación de hacer Química.

En el neolítico, entre el 5000 y el 3500 a. C., se sabe con seguridad quefabrica objetos de cerámica, calentando el barro, otra actividad de tipo químico. Pero tal vez sea durante el periodo siguiente cuando tiene lugar uno de los avances químico/tecnológicos más significativos en la historia de la humanidad: la metalurgia, es decir, la fabricación de metales, que se inicia posiblemente con el cobre, pues en el calcolítico sabía cómo fundirlo, seguido del bronce. Da esto lugar a una nueva etapa, la llamada por este motivo Edad del Bronce, que ya en algunas zonas geográficas corresponde a épocas históricas y en otras sigue siendo prehistoria. El bronce, aleación de cobre y estaño, se comienza a fabricar desde lo que se designa como Edad de Bronce Pleno (1800-1100 a. C.). Esta innovación trae consigo un importante cambio económico, ya que la manufactura y utilización del bronce requiere un aprovisionamiento de los metales y una especialización para realizar el trabajo metalúrgico.

 Al final de la Edad del Bronce (1100-650 a. C.) se conoció el hierro, produciéndose con ello otro avance químico/tecnológico aun más importante que el anterior, con el que se inicia la Edad del Hierro, que en muchos lugares cae dentro de la Protohistoria. Por ejemplo, en España los productos de hierro datan aproximadamente del 650 a. C. y son traídos a la Península por griegos y fenicios, introduciéndolos a través de Cataluña, principalmente. El hierro se destina sobre todo para la fabricación de aparatos agrícolas y para armas, mientras que el bronce se deja a partir de entonces tan sólo para objetos de ornamento y para material quirúrgico.

                                                                Continuará...

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